BDM #3
Esta vez no es un ardor en el pecho, es el deseo de escribir para ti.
Son las 03:19 de la madrugada. La oración esta vez fue bella, pero siento necesidad de hablarte así: a través de mis letras.
Mi amado Yavé, dime qué quieres oír. Díctame las palabras y yo las eternizaré para ti. ¡Qué bello don me has dado! La capacidad de tomar lo efímero de un pensamiento y convertirlo en un trozo de arte inmortal. Moriré yo y se pudrirá mi cuerpo, pero lo que escribo para ti aquí quedará.
Exalto tus ejércitos celestiales, porque sé que acampan en mi casa. Sé que guardan mis pasos, porque los siento cada que me acuesto y me levanto. ¿Recuerdas cuando no podía ni apagar la luz por temor a que los demonios volvieran a acosarme? Los tiempos en que tenía que escuchar "The Blessing" para poder dormir. Ahora me veo y sonrío porque la oscuridad no me aterra, porque tomaste a esta cobarde y le ayudaste a confiar en tus ejércitos celestiales.
Y esta cobarde sabe que invocar tu nombre es la protección más grande. Tal vez estoy siendo una inconsciente, porque invoco tu nombre y el de tu hijo para todo, pero no puedo evitarlo. Cuando los menciono me siento protegida, me siento valiente, me siento feliz.
Y pienso: "quiero que llegue el día de Yavé, el día en que pronunciar su nombre será ley". Cuando llegue ese día toda alma clamará a ti y toda boca gritará tu nombre, así que muchas voces reclamarán tu atención. Hasta que ese día llegue, quiero arrimarme a la fortaleza de tu nombre tanto como pueda, para que recuerdes mi voz en la venida postrera.
Yavé de los ejércitos, amo de las estrellas, no hay justicia como la tuya aquí en la tierra. Agonizamos y tropezamos con nuestras propias cadenas, tomamos el mal y lo llamamos "libertad verdadera". Esta generación de ingratitud me da vergüenza. Por favor, permite que veamos más allá de nuestras narices, tócanos y permítenos tener fe férrea.
Permítenos arrepentirnos de nuestros errores y enmendarlos. ¡Que toda rodilla ante ti se doble! Tú eres el único que merece tal honor. Rey y señor, danos un nuevo corazón. Un corazón de carne que te ame y ame tu ley. Un corazón que esté lleno de tu gozo y que cante para ti.
Sí, que cante esas canciones que susurras a nuestras almas. Esas canciones que son amor y danza. Yo misma no bailo, pero mis manos para ti cantan. Mi corazón entona tu alabanza y mi boca quiere endulzarse con tu palabra. Déjala, Yavé. Deja que tu palabra salga de mi garganta.
Sea tu Espíritu en mí y en todos aquellos que te agraden. Te ruego que fortalezcas a mis hermanos en la fe, que envíes tus tropas divinas a protegerlos a ellos también. Sea tu presencia con ellos en todo momento.
Sea tu presencia en mi casa, en mi familia y en mis sueños.
Amén.
04:42. Volviste a despertarme. Esta vez no sé si se trata de tu Espíritu o de un simple sueño.
Pero fue un sueño tan hermoso... Quiero registrarlo aquí y agradecerte. Fue un sueño vívido, tan vívido... He estado un buen rato llorando, pero ya me calmé lo suficiente como para escribir.
Estaba yo en una combi y conversaba con una de mis hermanas menores, Ale. No recuerdo qué conversábamos, pero de repente una chica que se sentaba un asiento delante de nosotras se volteó y dio su opinión en el tema. Era algo sobre hombres y mujeres, creo. El asunto es que esta chica dio a entender que creía en ti, Yavé, pero no le interesaba realmente tener una relación contigo.
"O sea, creo en Dios, pero..."
Se encogió de hombros y volvió a voltearse en su asiento. Yo le dije que entendía y no mentí, realmente no tomé como un ataque sus palabras. Y bajé del carro con Ale. Y me di cuenta de que nos habíamos bajado en un lugar desconocido.
Me asusté, porque se suponía que el carro iba por toda la avenida Foucett y era imposible bajarse en el paradero equivocado. Miré a mi alrededor y divisé un parque de diversiones a lo lejos. Había una noria.
Pero entonces, por primera vez, miré a Ale. Realmente la miré. La miré porque me preocupó la posibilidad de estar perdidas por mi culpa. Ella es mi hermana menor, yo tenía que llevarla a casa a salvo. Y cuando la vi... era una niña. No era mi hermana de ahora, la de veinticuatro años. Era mi hermana de cinco o seis años.
Y me di cuenta de que yo tampoco tenía el cuerpo de una adulta. Tenía unos... ¿diez años? Ale y yo nos llevamos por cuatro años, so... En fin, ahí estaba ella, con un overall rosado, el cabello corto y una vincha que lo contenía. Ella me dijo que las personas en el carro habían estado hablando de mí.
Y su voz, Yavé, sonaba como en esos tiempos. Como cuando tenía frenillo y no podía pronunciar la letra R.
Yo le pregunté qué habían dicho de mí las personas, pero realmente no me importaba la respuesta. Era mi yo de hace años, pero con el saber de ahora.
Le di un abrazo y mi corazón se llenó de ternura porque su cabeza me llegaba al pecho. Y fue un abrazo dulce y duradero, uno para sentirla cerca y conectar los corazones, uno para que no sintiera miedo porque nos habíamos perdido.
Ella no se había dado cuenta, pero yo sí sabía que ese no era el camino a casa. Estábamos perdidas, pero solo yo lo sabía.
Y mientras ella hablaba y yo le daba ese abrazo, cerré los ojos porque no quería que se terminara. Como si tuviera miedo de ya no volver a verla, porque nunca sabes si ese abrazo será el último. Como... Como si de alguna manera supiera que se trataba de un sueño.
Entonces desperté y me eché a llorar, porque había terminado. Y te lo dije en llanto, Yavé. Si ese sueño fue obra tuya, ¡gloria a ti!
Y, si ese sueño no fue obra tuya, si fue una treta del enemigo para lastimarme mostrándome los abrazos que mi hermana ya no quiere darme porque ahora es una adulta apurada y de corazón endurecido, que su treta sirva para glorificarte a ti. ¡Gloria a ti! Gloria a ti, porque el tiempo pasa cruel, porque no nos deja volver. Gloria a ti, porque para ti nada es imposible y regresaste el tiempo para mí. Gloria a ti, porque me regalaste en sueños un abrazo que me fue negado. ¿Sabes lo feliz que me has hecho? Mi corazón te alaba, Yavé, porque eres bueno, porque conoces los anhelos del alma y puedes concederlos.
Y me ayudaste a ver. ¡Qué contraste! Qué contraste entre la chica del carro (que se parece más a como es mi hermana ahora) y la niña que tomaba mi mano. Una era fría y la otra era cálida al tacto. A una la hizo el mundo y a otra la hiciste tú.
¿Por qué al mundo le gusta estropear tu obra maravillosa? El mundo puede tomar a una niña capaz de llorar porque mató a un caracol por accidente y transformarla en alguien que ves en un carro y no reconoces.
Y eso me hace querer glorificarte incluso más, porque tú tomas lo que el mundo arruina y lo transformas en algo maravilloso. Me tomaste a mí, impediste que muriera el día en que cogí el cuchillo de la cocina, y retrocediste el tiempo para mí. Entonces ya no importó que el mundo me hubiera convertido en eso, porque tú me tomaste y me devolviste a como era según tu diseño.
Devolviste mi corazón endurecido a su estado original, cuando yo era una niña y tenía un corazón de carne, pero no me quitaste el conocimiento. Cada día me das más. Y tener este saber, esta experiencia de vida, al mismo tiempo que un corazón tierno es tan maravilloso... Gracias, porque ahora me doy cuenta de lo que tengo y todos los días trato de sacar el máximo provecho al tiempo. Gracias, porque me di cuenta de que el gozo de un alma está con los lazos de amor, no con el teléfono.
Y, desde luego, tampoco está con los libros, series o novelas, por muy buenos que estos sean. Estos dan alegría y, a veces, cambian vidas. Yo lo he vivido porque amo las letras, pero, Yavé... En serio... Y esto es tan cierto que hasta da miedo.
En serio..., cuando tu alma de verdad experimenta gozo, te das cuenta de que ninguna experiencia humana podrá igualar eso. Y yo he tenido la dicha de saber cómo se siente un alma que se regocija, un alma que siente gozo. Conformarme con la alegría que me dan las letras, la televisión o una relación romántica cuando ya sé que tengo al alcance un gozo mucho mayor... sería un acto de estupidez de mi parte.
Y yo soy idiota, pero no estúpida. JAJAJA.
Ah, ya... Ya debería ir a dormir. Son las 05:35 de la mañana. Y me levanto a las 6, me gustaría dormir aunque sea unos minutos. Ya dejé de llorar. Gracias por esta felicidad asombrosa que es tan intensa que te sumerge en gozo a la vez que en tristeza y llanto. Estoy feliz por el abrazo que me regalaste, estoy triste porque terminó.
Te ruego poder quedarme con esta sensación cálida un poco más... Un ratito más.
Te amo, Yavé. Gracias por demostrarme tu amor con estos detalles que pueden parecer pequeños, pero que son tan grandes.