Con uñas y dientes

Yavé vino a mi vida en varias oportunidades, pero yo elegí huir de él.

La primera vez fue cuando alguien intentó atacarme en sueños. Incluso ahora, no tengo idea de quién puede haber sido. Algunas personas a las que les he contado esto piensan que alguien del trabajo quería hacerme brujería. Yo solo recuerdo que estaba teniendo un sueño y, de repente, fue como si alguien me jalara fuera de él y me introdujera a un nuevo sueño hasta que me desperté.

Solo que este “sueño” era… doloroso y real. Cuando desperté, había un hombre vestido de… chamán (supongo) parado en la puerta de mi casa. Lo vi apenas abrí los ojos. Él me miraba fijamente (yo estaba echada en mi cama y podía verlo desde el interior porque mi habitación no tenía puertas) y murmuraba cosas que yo podía oír. Era un lenguaje que no entendía, pero sus palabras resonaban en mi mente y en mi habitación y... quemaban. Sentí poder, tal como cuando Yavé se manifestó la primera vez, pero esta vez fue algo oscuro y horrible.

Entonces empecé a rezar y el dolor disminuyó hasta desaparecer por completo.

Incluso ahora no estoy segura de si era un sueño o la realidad. No recuerdo haber despertado luego de abrir los ojos (me dije que ese “despertar” fue un despertar dentro del sueño, porque todo había sido un sueño dentro de un sueño), solo me removí en la cama e intenté dormir cuando el ardor terminó. A pesar de haber sentido la presencia sanadora de Yavé, tenía miedo de pararme e ir a la sala, porque no quería encontrar a aquel hombre de nuevo.

Cogí el hábito de orar, pero luego se me olvidó. Volví a la depresión y a mi batalla contra el síndrome de Briquet (somatización de ansiedad). Fue en esta época que roleé a Haziel, a Yuto, a Siwan y a Aron, si mal no recuerdo. Creo que fue en esos personajes literarios en los que volqué lo peor de mi depresión.

La segunda vez fue cuando estuve a punto de suicidarme. Clamé a Yavé y él se manifestó ante mí. Recuerdo que estaba postrada y que simplemente sabía que no debía levantar la mirada, porque yo sabía que él estaba ahí. Si me piden que diga exactamente qué estaba ante mí… Bueno, no había pies pisando el suelo. Solo esa presencia… gigantesca palpitando delante mío y tres gotas de agua cayendo en una de mis manos.

No eran mis lágrimas (el que sabe cuál es la posición en que uno ora postrado, sabe que las manos no están a la altura de la cara, sino extendidas), y luego comprobé que no era lluvia. Es más, incluso si hubiera sido lluvia, la ventana más cercana estaba como a dos metros (sin contar con que ni ese día ni el día anterior llovió).

Cogí el hábito de orar, pero luego lo olvidé de nuevo. No dejé nada, ¿saben?... Hubo tiempos en mi vida en los que intenté dejar de escribir, pero todos los otros malos hábitos, todas las conductas dañinas, todos los lazos tóxicos… No dejé nada. Si escribía, escribía siempre cosas +18 y fue en esta época en la que mis personajes de rol se volvieron más turbios. Si mal no recuerdo, esta fue la época en que escribí las historias de Franz, Pax, Kaia y Artemis.

Empecé a rolear a Joshua.

Lidiar con la ansiedad es…. complicado. Muchas de las cosas que escribí no alcanzaron a ver el final. Los ataques de pánico estaban a la orden del día. Los síntomas físicos no hacían más que aumentar, presentando severas irregularidades en mi período menstrual y arritmias cardíacas.

Fue aquí que Yavé trajo a mí la astrología. Y digo que la trajo él, porque estudiar mi carta natal me ayudó a comprender muchas cosas de mí misma. Me ayudó también a comprender a los demás. Sin embargo, fue también gracias a la astrología que aprendí que Yavé es celoso con su ciencia. Todo conocimiento le pertenece a él, así que uno no debería usar ese conocimiento para intentar igualarlo o superarlo.

Esto me lleva a la tercera vez.

La tercera vez fue hace… ¿dos años? (El 12 de diciembre del año 2021, para ser exactos). Desde esa tercera vez, no me he vuelto a apartar de Yavé.

El día que usé las cartas natales no para estudiar la psicología de las personas, sino para predecir el futuro (ver la causa de la muerte de personas ya fallecidas; es decir, predecir su muerte usando su carta natal), abrí una puerta espiritual que no debí abrir. Para este entonces yo ya había empezado a leer el tarot y había comprendido lo que conlleva el pulir la intuición (porque no se trata solo de adivinar y ya, sino de usar tu intuición y tu energía vital). Había incluso consagrado mis cartas de tarot a Yavé, pensando que eso me duraría tanto como fuera su voluntad.

Y le dije que aceptaría lo que él quisiera.

Y… estoy dando muchas vueltas. No me resulta fácil hablar de la tercera vez.

El día en que avancé el proyecto de la gente muerta fui atacada. No estaba durmiendo, pero fue cerca de las tres de la mañana. Yo estaba en mi cama, leyendo. Fue entonces que oí voces que no hablaban en este idioma. Primero eran un susurro, pero luego fueron gritos o… aleteos. Y pude sentir físicamente el peso sobre mí. No estaba postrada, solo estaba sentada en mi cama, así que el peso sobre mí hizo que me encogiera. Era como si sintiera mucha energía pesada y oscura a mi alrededor.

Era algo definitivamente negativo, así que llegué a la conclusión más lógica: eran espíritus o demonios. Y solo yo podía sentirlos. Cuando me obligaron a cubrirme la cara, intenté librarme de ellos de forma ¿silenciosa? Yo comparto habitación con una de mis hermanas, así que no quería despertarla. Los espanté con un brazo y… mi cama tembló. La repisa que había sobre mi cabeza se sacudió. La ventana sonó (suele sonar cuando hay temblores o cuando un avión pasa muy cerca) y la pared detrás de esa ventana pareció balancearse.

Hasta ahí duró mi calma y racionalidad. Hasta ese momento, yo todavía dejaba cabida a que todo fuera una alucinación o una pequeñez inexplicable que podría olvidar al día siguiente. Como no soy ajena al lado sobrenatural de la existencia, no lo veo como la gran cosa. Creo que incluso el lado sobrenatural de la vida sigue cierta lógica, una lógica que nosotros no comprendemos, pero que existe.

En fin…, cuando mi cama tembló y la repisa casi cayó sobre mi cabeza, grité. Por primera vez, grité pidiendo ayuda. Llamé a mi hermana, que estaba durmiendo a unos metros de mí, diciéndome que si eso era una alucinación o un sueño, gritar me ayudaría a despertar de todo eso. Mi hermana podría romper esa irrealidad y decirme que nada raro ocurría. La llamé muchas veces, hasta que mi garganta dolió. Mientras gritaba, esas… cosas volvieron a tirarse sobre mí, y volví a encogerme. Ya no quería espantarlas con el brazo, porque tenía miedo de que las cosas volvieran a temblar si yo intentaba expulsarlas por mi cuenta.

Y ya deben suponer lo que hice.

Lo que debí haber hecho en primer lugar, sí.

Me puse a orar. No rezar, orar.

Yo no… Yo estoy segura de que cualquier cosa que describa aquí no va a poder jamás transmitir el auténtico… El auténtico terror y la auténtica fascinación que sentí en ese momento. Simplemente no es algo que uno pueda poner en palabras. Yo apesto expresándome al hablar, fue escribir el don que Yavé me dio, pero aun así siento que no doy la talla para expresar lo que sentí en ese momento. Ni siquiera escribiendo, que es como respirar para mí. Lo que fue… Es que fue increíble. Fue como la primera vez que clamé a él. Así de sanador, pero mil veces más potente.

Cerré los ojos, porque simplemente… Tuve miedo de ver. ¿Cómo puede existir alguien o algo tan poderoso, algo capaz de superar incluso a lo más oscuro del plano espiritual? Apenas empecé a orar, los espíritus o demonios (no tengo idea de qué eran, pero eran algo oscuro y muy turbio) dejaron de pesar sobre mí y pude sentir… Esa presencia moviéndose en mi habitación. Yo no estaba sola ahí (y no lo digo por mi hermana), de repente la habitación se sintió tan… llena, tan limpia. Y una paz tan… Fue algo casi tangible. Y yo estaba aterrada pero igualmente... tranquila.

El alivio, la paz, la sorpresa, el encandilamiento… Todo se mezcló en mi interior. Y me mantuve con los ojos cerrados hasta que la presencia se fue, sin querer moverme ni un poco.

Cuando me atreví a hacerlo, me fijé en la hora. Eran como las tres y media o un cuarto para las cuatro. Y me asusté más, porque nunca le había prestado atención a lo que la gente dice de las 3 am y que es una hora espiritual y bla, bla. Y no pude dormir… Estaba demasiado aterrada, temía que las cosas esas volvieran. Me metí a Youtube y lo que me apareció primero fue una canción… Se llama “The Blessing” y la pondré aquí:

THE BLESSING, by AGAPAO worship

Y, vamos, yo sigo a Super Junior desde hace años. Estoy suscrita a su canal desde hace mucho y jamás de los jamases el algoritmo de Youtube me había recomendado una canción de alabanza donde Siwon está. Lo digo porque luego sopesé la posibilidad de que, como sigo a Super Junior y Siwon es un miembro del grupo, pues Youtube me puso ese vídeo como algo relacionado. Ahora ese argumento me parece bastante rebuscado, porque (como ya dije arriba), mis hábitos no eran los mejores. El contenido de Super Junior que Youtube me recomendaba siempre era algo relacionado a lo que yo veía. Es decir, vídeos hechos por fans sobre parejas y chismes de farándula. O programas de variedades.

O cosas sobre Super Junior DnE, porque ellos son mis bias, no Siwon.

Como sea, terminé llorando como Magdalena al ver ese vídeo y conseguí dormir.

Y… al día siguiente mi hermana me dijo que no escuchó que yo la llamara. Dejé el proyecto de la gente muerta y sus cartas natales, porque el pago por ese trabajo no valía mi paz. Tuve problemas para dormir durante los siguientes días. Esto me asustó lo suficiente como para temer ir a dormir.

Al principio… fue solo la necesidad de sentirme protegida lo que me impulsó a orar cada noche. Y fue esa canción y la paz que me dio la que me impulsó a darle una oportunidad a la alabanza. Nunca antes había hecho alabanzas a Yavé, porque me parecía que dedicar horas a cantar en voz alta (qué vergüenza) era excesivo.

Ahora ya sé lo que se siente… Vivir algo tan horrible que una canción te da paz al punto de hacerte llorar.

Dejé hábitos malos. No me atrevería a decir que los dejé todos, porque creo que estoy muy lejos de la perfección, pero me gusta poder conversar con Yavé a través de la oración y llevar cualquier problema a él primero. Yo pensé… Cuando me acerqué más a él pensé que ahí terminaría todo, pero me equivoqué. La batalla espiritual no hizo más que empezar.

De repente, me empezó a ir mal en todo. Perdí mi fuente de ingresos, de repente mis clientes (soy escritora y traductora independiente) dejaron de buscarme y los problemas en casa empeoraron a nivel económico y personal. Mis crisis de ansiedad empeoraron. Mi familia entera se contagió de Covid. Yo solo me mantuve orando y alabando. Empecé a leer la Biblia y a escribir las reflexiones que ahora estoy subiendo en mi Wattpad.

Las cosas llegaron poco a poco.

Pude, luego de muchos años siendo incapaz de hacerlo, darle un abrazo a mi madre y decirle que la amaba. Ella se sorprendió tanto que rompió a llorar.

Ella y yo tenemos una historia algo complicada, hay una maldición que empezó con mi bisabuelo y el dolor fue siendo heredado. Resentí durante muchos años a mi mamá por cosas que me hizo y cosas que no hizo. Los juzgué a ella y a mi papá por ser inmaduros con su vida matrimonial y con su divorcio, y luego los juzgué por irse de casa y dejarnos a mis hermanas menores y a mí con mi abuela, alguien con tendencias narcisistas (ella heredó la violencia y el dolor de mi bisabuelo, mi historia familiar es algo compleja). Los juzgué a ella y a mi papá por no darse cuenta de mi depresión y por no saber cómo sanar mi corazón.

Estaba tan ocupada juzgándolos a ellos que no me di cuenta de que Yavé estaba ahí y que él sí me veía y me entendía. Él estaba aunque mis padres no estuvieran (Sal. 27:10). Él me veía aunque yo no lo veía.

Como sea.

Nadie en mi familia murió por Covid. Un tiempo después, recibí una llamada de la posta médica donde mi familia y yo nos sacamos las pruebas. La doctora me dijo que estaban llamando a todas las personas que habían dado positivo en la prueba, porque el área de psicología estaba ofreciendo una campaña gratuita a pacientes Covid. Yo agradecí a Yavé y acepté la consulta psicológica. Esa consulta me ayudó a acceder a un tratamiento gratuito para la ansiedad. ¡Mi psicóloga fue maravillosa! Me dio muchas herramientas para poder mejorar, para dejar de rumiar y para gestionar mejor mis emociones.

Al mismo tiempo, Yavé me ayudaba dándome paz y fortaleciéndome. Las cosas que hacían los otros dejaron de afectarme demasiado. Comprendí que yo no podía resolver los problemas de los otros por ellos, que eso escapaba a mi control y que el mal que eso pudiera traer no era mi culpa. Comprendí que no es mi rol arreglar a las personas, solo amarlas, comprenderlas o (en el caso de mi familia y amigos) aconsejarlas. Por primera vez desde los ocho años, dejé de comerme las uñas.

Fue muy raro cortarlas cuando crecieron. No sabía cómo hacerlo y le tuve que pedir ayuda a alguien.

La ansiedad no tiene cura, porque todos sentimos ansiedad en mayor o menor medida, pero cuando leo Mateo 6:34 recuerdo que Yavé quiere que yo esté bien y eso me da paz.

¡Ah! Olvidé mencionar que le pregunté a mis hermanas si fueron contactadas por el personal médico también. ¿Adivinen qué me dijeron?

Ja.

A esto le siguió ser capaz de terminar una historia larga en mucho tiempo. Se trató de un fanfic, pero fue una historia que me gustó y que no tuvo ninguna escena +18. Fue una historia que realmente me gustó en sentido literario, por abordar emociones y no por ser complaciente. A nivel personal, eso fue un logro.

Para ese entonces, mi forma de rolear había cambiado también. Joshua se reformó y llegaron otros tres personajes literarios, aunque ellos no tuvieron mucho tiempo de vida: Haji, Angus y 34. Todos tuvieron en sus vidas el drama necesario para que fuera interesante escribirlos, pero luego algo más me llamó.

De repente, dejé de sentir ganas de rolear. Hasta ahora, el único personaje que mantengo “vivo” es Joshua, porque es el único de mis personajes que consiguió casarse y porque su pareja literaria lo ayudó a acercarse a Dios. La persona que escribe a su pareja es una gran amiga mía, alguien con quien disfruto escribir historias y alguien que también me ayudó a aferrarme a Yavé cuando dudé de su amor.

Sí, incluso luego de todo lo que viví llegué a dudar que él me ama.

Dudé porque le conté a mis padres que era demisexual y su respuesta me dejó con muchas dudas. Mi padre me dijo que necesitar vínculos emocionales profundos para sentir atracción hacia alguien era normal, que a mí solo me tomaba más tiempo que a los demás enamorarme. Mi madre me dijo: “Dios no te ama porque eres así”.

Y sé que ahora no soy demisexual, pero en ese entonces lo era. Y sé que fue Yavé quien hizo este cambio en mí, porque él ha venido cambiando todo en mí durante estos años. Y sí, estoy diciendo que él puede cambiar la orientación sexual de una persona (y eso no me hace homofóbica). Para Yavé, quien puede cambiar el corazón mismo de alguien, la orientación sexual es una pequeñez.

Es más, me atrevo a pensar que lo que a él más le gusta, más allá de orientaciones sexuales y cosas carnales, es que uno viva por el espíritu. Esto es… Comprender que el mundo material es un obstáculo para nuestra auténtica evolución y elevación. Vivimos encajonados en cuerpos y sexos que pretenden definirnos, pero el alma no sabe de esas cosas (y dudo que al alma le importen). Al alma solo le importa ser una con la fuente original de vida y amor, que es Dios. Mientras estamos aquí, creo que lo más sabio es, simple y llanamente, confiarle a él la tarea de poner en nuestro camino a nuestro compañero o compañera de vida.

Por mi parte, yo le dije que él hiciera eso si deseaba, porque si él quería mantenerme eternamente soltera (es decir, eternamente bella-bella(?)), a mí no me importaría. A este ritmo, creo que simplemente renunciaré a ser sexual xD Íntegramente, le daré el control a él.

Cuando decidí eso, me comprometí también a no permitir jamás que un tercero me hiciera dudar de su amor por mí. Porque, como bien dijo Pablo en Romanos 8:31-39, nada puede alejarnos del amor de Dios. Él lo dijo de forma mucho más genial que yo, por supuesto, así que ni siquiera me tomaré la molestia de citarlo. Solo doy el versículo para que puedan descubrir la gran verdad que él escribió.

A estas alturas, he decidido entregarle el control de todo a Yavé. Mi corazón, mi mente, mi vida, mi talento, mi cuerpo, mi tiempo, mis sueños, mis fuerzas, mi futuro, mi familia, mi esposo y futuros hijos... Todo, Dios mío, todo está en tus manos.

Y que sea así para siempre, porque de tu lado ya no me aparto. Me aferraré con uñas y dientes, a pesar de mis muchas fallas. Egoístamente. Descaradamente. Te lo he dicho ya. Si no me quieres aquí, vas a tener que echarme.

Y tú dijiste en Jn. 6:37 que al que va a ti no le echarás fuera. Me aferraré a esa promesa.

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18.01.24